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Copacabana, Brasil – Tenía 22 años, salud aparente, y toda la vida por delante. Entró a su rutina de entrenamiento como cualquier otro día, pero nunca salió del gimnasio. El pasado martes 20 de mayo, una joven brasileña perdió la vida tras desvanecerse repentinamente en la zona de pesas de un centro deportivo en Copacabana. Las cámaras de seguridad captaron el trágico momento; tras sentarse con dificultad en uno de los aparatos, mostró signos de malestar, cayó hacia atrás y se golpeó la cabeza.
A su alrededor varios usuarios intentaron asistirla de inmediato. Entre ellos, incluso un médico que estaba entrenando en el mismo lugar. Pero todo fue inútil ya que el gimnasio no contaba con un DEA (Desfibrilador Externo Automático), un equipo básico y obligatorio en muchos países para asistir en casos de paro cardíaco. Sin él los esfuerzos de reanimación fueron estériles.
Un patrón que se repite
Este caso no es aislado. En las últimas semanas, las noticias se han llenado de titulares similares. Desde México hasta Estados Unidos, pasando por Europa, los episodios de muerte súbita en centros deportivos están aumentando. Una influencer, una madre joven, un hombre que recién se iniciaba en el fitness… todas estas historias tenían algo en común, la ausencia de protocolos y equipos adecuados para emergencias cardiovasculares.
En tiempos donde el bienestar físico es promovido como prioridad —y con razón—, no podemos permitir que la negligencia estructural convierta los templos del fitness en espacios de riesgo. ¿Cómo es posible que se exija un certificado médico para entrenar y por absurdo, certificado no siempre congruo con la salud de la persona porque en algunos casos el doctor parece no interesarse en los antecedentes del paciente y para colmo, no se garantice un desfibrilador visible y operativo en cada sala?
Profesionales del bienestar. Más allá de la motivación
La tragedia de Copacabana expone una falla logística, pero también una necesidad urgente de redefinir la cultura del bienestar. Los profesionales del bienestar, entrenadores, fisioterapeutas, nutricionistas y coachs, tanto presenciales como en servicios online, deben asumir un rol más activo en la prevención de riesgos. No basta con motivar a cumplir objetivos estéticos o de rendimiento. Hay que formar, educar y exigir condiciones seguras.
En GoalValor, plataforma líder en retos de transformación personal y vitrina de servicios online para profesionales certificados, esta visión está en el centro de la propuesta; el bienestar no es solo una meta, es también una responsabilidad colectiva. Tanto para quien lo ofrece como para quien lo consume.
¿Dónde está tu DEA?
En Italia, por ejemplo, la ley establece la obligatoriedad del DEA en instalaciones deportivas, junto con la presencia de personal capacitado en su uso. Sin embargo, en la práctica muchos gimnasios aún no cumplen. A menudo por descuido, otras veces por reducir costos. Pero ¿cuánto cuesta una vida?
El desfibrilador no es un lujo, es un estándar mínimo. Su ausencia puede marcar la diferencia entre una anécdota aterradora y una historia de supervivencia. Por eso, desde GoalValor lanzamos una recomendación clara: si tu gimnasio no tiene DEA visible, haz preguntas, exige respuestas, eleva la conversación. Es un acto de amor por ti, por tus compañeros de entrenamiento, y por ese futuro que todos estamos intentando construir a fuerza de voluntad, sudor y constancia.
Hacia una cultura de bienestar consciente
Es momento de pasar de la cultura de la imagen a una cultura de la seguridad. Que los retos no sean sólo perder peso o ganar músculo, sino también transformar la indiferencia en acción. Que los inspiradores del bienestar no sólo promuevan cambios exteriores, sino también protocolos de salud básicos que salvan vidas.
Porque cuando se trata de bienestar, la diferencia entre un buen día y una tragedia puede depender de una decisión tan simple como tener un DEA a la vista.