2025 trae dos bombas culturales listas para reescribir las reglas: Merlina y El Juego del Calamar. Dos universos distantes, pero con el mismo vicio, sacudir el alma. Una danza gótica en la penumbra, un campo minado disfrazado de espectáculo. Ninguna consuela. Ambas despiertan.
Merlina: el infierno debajo de la piel
Jenna Ortega regresa, y la vamos a acompañar en una serie de rituales para redescubrir a su demonio. Merlina 2 no es solo una temporada, es un rito. Más densa, más oscura, más visceral. Un viaje hacia abajo donde no se pierde el rumbo, se encuentra el núcleo.
Nevermore muda de piel. Se convierte en templo. Cada pasillo, un símbolo. Cada personaje, un arquetipo. Y llegan ellos: Steve Buscemi, Christopher Lloyd — no como cameos, sino como catalizadores de culto. La sombra no es solo fondo: es maestra.
Se rumorea una escena central acompañada por Abracadabra en versión Lady Gaga. Macabra y divina. Perfecta para un ritual que el espectador presenciará desde la distancia… pero con el alma dentro.
Lanzamiento en dos actos: agosto y septiembre. Ecos que rozan el inconsciente, tramas alquímicas, símbolos que se sienten como tatuajes. No habla para todos. Habla para quienes hicieron las paces con sus sombras. Y saben que ahí dentro está todo.
El Juego del Calamar: la cachetada que llama al sistema por su nombre
Sin filtros. Sin anestesia. El Juego del Calamar 3 llega como llegan las revoluciones: tarde, pero inevitables. Gi-hun regresa. No para jugar. Para romperlo todo.
Desde el 27 de junio, el espectáculo se vuelve espejo. El dolor, lenguaje. Cada desafío apunta con el dedo. No a la fantasía. A la realidad. Crisis laboral. Protestas. Algoritmos que deciden quién sobrevive.
Se dice que varios episodios están inspirados en hechos reales. Calles incendiadas. Vidas al filo. Contratos de hambre. El juego nunca fue un juego. O tal vez siempre lo fue, pero siempre pierden los mismos.
Esta temporada no pregunta. Te mira fijo. Y exige respuestas.
Dos series. Un solo espejo.
No compiten. Se amplifican. Una te arrastra hacia adentro. La otra te empuja hacia afuera. Pero las dos quieren lo mismo: que dejes de dormir.
La oscuridad no es el mal. Es la verdad antes de la luz. Y estos juegos, estos personajes, no entretienen. Dibuja un límite. Entre quienes solo miran… y quienes deciden cambiar.
En 2025, la televisión no cuenta historias. Hechiza. Hiere. Cura. Merlina y El Juego del Calamar son mitología nueva, gritos rituales, arte feroz. Y quien se atreve a mirarlas de verdad, lo entiende: hay espejos de los que no se regresa.