Un ruido que no se escucha por ejemplo en Oslo.
Últimamente, algo hierve en el subconsciente colectivo de América Latina.
Basta con deslizar un par de reels o escuchar cierto tipo de podcasts. Te detienes y ahi està la frase del dia. Hay un clamor que se repite con diferentes matices, pero un mismo fondo.
“Ya basta de subirle el ego a las mujeres”,“El sistema está diseñado para controlar al hombre”,“Si no tienes dinero o belleza, no vales nada”.
Un discurso que se disfraza de empoderamiento masculino, pero que huele más bien a frustración no digerida.
Y lo curioso es que mientras este “despertar masculino” se viraliza en Ciudad de México, Medellín o Lima, en Helsinki o Oslo no hace falta ni mencionarlo.
¿Por qué? ¿Qué cambia entre ambos mundos?
Cuando la masculinidad se siente perdida, grita. Cuando se encuentra, sirve.
Lo que está ocurriendo en buena parte de América Latina no es insignificante.
Es legítimo que muchos hombres se sienten sin rumbo. No tienen acceso a recursos, a modelos sanos, a oportunidades reales de crecimiento y ver a mujeres emancipadas, que "eligen con decisión", es aún más frustrante.
Pero este “despertar” viralizado a golpe de rencor y frases hechas no parece empoderarlos.
Al contrario, los encierra en una nueva prisión.
Una donde el valor se mide por el número de mujeres ignoradas o por el dinero acumulado para compensar el vacío.
Sin embargo, cuando uno observa sociedades donde el bienestar masculino ha evolucionado, se nota algo distinto:
- Educación emocional desde la infancia.
- Cultura del diálogo, no del choque.
- Profesionales del bienestar accesibles y sin estigma.
- En países como Noruega, Finlandia o Islandia, los hombres no tienen que “probar” que valen.
- Tienen espacio para explorar quiénes son.
- No necesitan consumir cinco videos al día sobre cómo “no invertir energía en mujeres”, porque ya aprendieron, quizá sin darse cuenta, que el bienestar es una construcción compartida.
Y que una relación sana, como cualquier buen proyecto de vida, no se impone, se cuida.
A veces con una conversación madura, a veces con un servicio online que te guía, a veces con uno de esos pequeños desafios personales que te confrontan sin humillarte.
No es el fin del hombre, es el comienzo del hombre reedificado
En plataformas como GoalValor lo vemos a diario.
Hombres que no buscan dominar ni ser dominados, sino convertirse en mejores versiones de sí mismos.
Que no subestiman a las mujeres para sentirse fuertes, sino que se entrenan, emocional, física, mentalmente, para poder estar a la altura de vínculos verdaderos.
¿El camino? No es fácil, ni lineal.Pero es real. Es humano. Es digno.
Detrás de cada profesional que ofrece servicios online de coaching, nutrición, acompañamiento emocional o transformación física,
hay historias de hombres que también estuvieron perdidos…
y que decidieron no gritar, sino servir.
No “alfa”, ni “beta”.
Humanos.
Libres.
Preparados para desafíos que suman, no que restan.
El Problema es latinoamerica?
No, el problema no es Latinoamérica.
Ni las mujeres.
Ni siquiera los hombres.
El problema es cuando confundimos virilidad con ruido, libertad con resentimiento, poder con desprecio.
En lugar de repetir slogans que terminan vacíos, ¿qué tal si nos enfrentamos al verdadero reto?
Tomar responsabilidad. Buscar guía. Iniciar la propia transformación.
Y si es con otros, mejor.
Porque nadie despierta solo, vivimos en comunidades y ningún hombre vale menos por pedir ayuda.
La próxima vez que escuches a alguien decir que el sistema está “diseñado en su contra”
pregúntale:
¿Y tú, en qué estás trabajando para construir uno mejor?